Friday, May 1, 2020

Los infectados.

Voy a ser tu verdugo,
tu papi, dueño y presidente.
Y cuando caigas del cielo,
desde un estúpido sueño
voy a juntar tus pedazos,
y te voy a armar de nuevo.
Serás mi princesa rota,
y en un trono con ruedas,
por la ciudad rendida te llevaré a pasear.
Con tres girasoles de cuellos largos,
diez osos y una jirafa
vencida te dormiras,
entre mis brazos de rey psicópata,
en una siesta apocalíptica,
para soñar,
con pesadillas en colores
donde la gente vive en libertad.
Y con un latigo de siete colas como los días de las semana,
te enseñaré,
las tres o cuatro reglas
en este juego del mal versus el bien.
Te irás callada,
como el  frío pasillo de un hospital,
y ni siquiera la escafandra te quitarás para el beso del final.
Cuando te tragues la última cena,
como un traidor me has de llorar,
contando las monedas de tu miseria,
llevándote el último trozo de pan.
Desde mi absurda trinchera imaginaria
le dictare a mi sombra un decreto,
que ella misma tendrá que respetar:
la próxima vez que te caigas,
no te voy a levantar,
y aunque los ojos te sangren de lágrimas,
no te iré a arrullar,
los cerdos comerán el último fruto que para ti guardaba
la poesía sólo será un cúmulo de palabras,
y la muerte se parecerá a este final.




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