Monday, March 12, 2018

Departamento de objetos perdidos.

Lo puedo ver en tus ojos,
todavía menosprecias las mismas viejas mentiras
que escuchaste la noche anterior. 
( Algo estupido como "te quiero".  Francis Albert Sinatra)
                                                                                 

Toque el timbre dos veces, cuando lo hice por segunda vez, la pesada puerta de madera se abrió y ahí estaba parado el diablo. Lo imaginaba un poco más alto, pero exactamente con esa sonrisa.
Me saludo con un beso en la mejilla, y entre el buenas y el tardes disparo una risa nerviosa que lo hizo encantador. Tenia los labios hirviendo y a la vez mojados, pidio perdón por dejarme una aureola de baba en la cara justificando que estaba tocando el saxofón. Su risa es ahora el motor de la mía y mientras le extendia un diminuto paraguas de cartera negro con flores estampadas, dije:

- Espero que te haya vuelto el alma al cuerpo. Nunca se sabe cuando puede llover.
Pero como dijo una vez uno que se terminó tirando debajo de un tren, lo interesante de la lluvia es que siempre te cambia los planes.
- Justo ese fue un día de sol, respondió .
Suena una canción de Frank Sinatra.
El diablo me toma de la mano invitándome a bailar con un sólo movimiento,
una vez en sus brazos soy dueña del infierno.
Nuestros vientres calientes se frotan al danzar, miro sus ojos tan presentes, siento su verga dura como el hocico de un lobo hurgando entre mís piernas a su presa.
En la eternidad no nos quitamos los ojos de encima.
 (Lo prefiero quieto y de brazos cruzados)
Cantamos al unísono something stupid like  i love you, sonreimos y damos trompos, parece una publicidad de cemento de contacto para prótesis dentales.
Somos dos ancianos, los protagonistas de una telenovela que hace picos de rating en el Canal 456 de un planeta aún no descubierto por el hombre. Somos Adán y Eva envolviendo manzanas rojas en papel azul encerado.
Nos enroscamos y nos besamos profundamente, nos saboreamos.
Frank Sinatra renace en esos minutos y su voz se pierde en una melodía de violines.
El diablo no sabe que es no ser el diablo , y yo no se lo hago saber.
Termina la canción y con ella el beso, todo vuelve a ser silencio.
Antes de soltarme del todo, el se queda agarrado del dedo donde llevo mi anillo de bodas. Lo hace latir.

Dice:

 - Poli amor, empieza con poli, de policía,
de político, nunca puede terminar bien .

Trague saliva y le pedí si podía usar el baño, me indico señalando con la uña pintada de negro un  largo pasillo con paredes de mármol.
Trabe la puerta con llave y abrí ambas canillas para tapar los ruidos, por una ventana que da a un techo escape, salte varias paredes, hasta llegar a la rama de un árbol y conseguir mi completa libertad.
Nunca soporte los aforismos, son cosas de pajeros que juegan con las ideas de otros, histéricos que construyen alas de telgopor, gente que se masturba oliendo prendas íntimas usadas, rabinos sin fe, hombres que usan peluca y mujeres con olor corporal.