Saturday, May 30, 2020

La peregrina cósmica.

Se va detrás de un Dios castrado,
que ilumina el camino con monedas de oro.
En su estómago lleno de orugas de mariposas se desata una orgía,
y una lágrima de la risa le atraviesa el rostro
para morir en sus labios,
mi último destino .

Thursday, May 21, 2020

Insaciable, insatisfecho y efímero .

El viento sacude los ventanales,
y suena al lamento de un fantasma.
El día es un pueblo lejano,
y la noche un oscuro camino.
El tiempo, una enfermedad mental.
Las copas de los árboles,
son olas que rompen contra la nada. 
La pasión lleva una herida mortal,
parecida a un ramo de flores impares.
La ausencia despliega sus alas perfumadas,
y en su aleteo se mueve el universo,
rindiéndose al vacío,
como una niña codiciosa a las manos frías
de un anciano .


Saturday, May 16, 2020

Sirena

Como en una fantasía,
la mirada triste,
la piel celeste apretada contra la red.
Tu cantar vibra en mi,
como una premonición,
y ruego en mis sueños no despertar.
En los sedimentos de mis restos fósiles
aún se escucha la melodía de tu voz ,
y si abro los ojos,
nada.

Wednesday, May 13, 2020

Las madres del patriarcado viajan en el asiento de acompañante.

En el semáforo hay un auto azul, un hombre de mi edad al volante, todo el dinero que gane en mi vida trabajando no podría comprar ese auto. Suena música tecno dentro del auto. Junto a él, viaja una mujer joven que podría ser su hija, pero no lo es. El conductor es igual a mi, estamos hechos de la misma materia y tenemos el mismo destino. Ella sonríe y juega con su teléfono mientras mueve los hombros al ritmo de la música. Ninguno de los dos siente vergüenza. La avenida fue asfaltada para ellos . Otro hombre que podría ser más joven que nosotros ( el tipo del auto y yo) se ofrece para limpiarle el parabrisas con un secador pequeño, y agua que lleva en una botella de plástico con detergente. El tipo que maneja levanta el pulgar sin dejar de sonreír, tiene una sonrisa perfecta, pero no es real, se nota que es una prótesis. La sonrisa tampoco es real. Nunca aprendí a conducir, el auto no me interesa, la chica que va en el asiento de acompañante es hermosa. Me pregunto si estaría conmigo si yo tuviese un auto así, sentada en el asiento de acompañante, y sonriendo como lo hace.
Jamás lo sabré.
El hombre del secador hace un gran trabajo, se concentra, parece un pintor, y toda la escena es pintada por el con su secador, la avenida, los semáforos, yo, le falta el último detalle y ya casi está : el parabrisas.
Termina su trabajo, estira la mano, el hombre del auto azul le da un puñado de monedas que lleva en el compartimento debajo del estéreo. La chica abre una pequeña cartera que lleva cruzada sobre el pecho y saca un chocolate. Todos sonríen, yo también. El semáforo se pone en verde, el auto arranca, el hombre del secador da un salto y se despide llamándolos maestro y diosa.
Todos festejan ese momento de espantosa caridad, yo dejo de sonreír .
Del otro lado de la calle, contra la persiana de una farmacia una mujer le da la teta a un nene que ya camina por su cuenta,que de golpe se desprende de si misma y grita:

- ¡Trae el chocolate para acá gato!

Tuesday, May 5, 2020

Todos los atardeceres, ninguno.

Se quiso ir .
Y esta bien. No se, de la nada. Se despertó, se sentó en el borde de la cama, me miro, sonrió y me dijo:
- Hoy comemos pizza.
Estaba contenta la ilusa, pensaba que era Sábado, los Sábados comíamos pizza. Eran rituales que teníamos en el monoambiente, yo me despertaba siempre antes, preparaba café, exprimía jugo de naranjas, tostaba el pan, mermelada, manteca, las vitaminas en grageas . Todos los días. Después una ducha, paseabamos a la perra, nos turnabamos un día cada uno, a veces hacíamos el amor, algunos quehaceres domésticos, almuerzo, siesta. Por las tardes bebiamos cafe en la terraza del edificio, subiamos por una escalera que esta empotrada a la pared hasta el tanque de agua, y ahi nos sentabamos a mirar unos atardeceres hermosos, el sol cayendo detrás de la torre de la central eléctrica, sobre la línea quieta de la autopista. Un tiempo suspendido en la nada, pero hermoso...
Después bajabamos los 15 pisos hasta el monoambiente en planta baja a la calle y mientras ella hacía sus ejercicios de yoga, yo miraba por la ventana el poco tránsito que pasaba, algún que otro camión de reparto y esos que transportan tubos de oxígeno, se me ponía la piel de gallina, el ruido del motor de ese camión me helaba la sangre. Se me caían las laıgrimas, pero yo no decía nada, ella no se daba cuenta. La perra si, se metía entre mis piernas, bajaba las orejas y alzaba sus ojos,  no entendía nada la pobre perra, para ella era un eterno Domingo .
Cuarenta y cuatro Domingos para ser exactos.

 Yo le respondí:

- No mi amor, pizza no. Hoy es Viernes, pizza nos toca mañana .
( esos  pequeños rituales le daban otro sentido al  encierro)

Me miro y me dijo:

- Creo que quiero volver a mi casa, extraño mis objetos, mis cosas .

Yo la mire, me rompió el corazon, no entendía porque su expresión de felicidad por creer que era Sábado y noche de pizza se había transformado en una mueca de desencanto.

- ¿Estas segura ? Mira que mañana habla el presidente y dicen que a la cuarentena la van a extender quince días más... .
- Sí, no te enojes.
- No, no me enojo. Hace lo que quieras.

Ella vivía en otro monoambiente en el centro de la ciudad. En un tercer piso con una ventana con vista a otro edificio, a ninguna parte .
¿ Quien le iba a exprimir el jugo por las mañanas?, me pregunte mientras ella enroscaba sus dedos flacos en un mechon de pelo.

- ¿ Seguro no te molesta ?

Le dije que no con la cabeza, le puse la correa a la perra y di tres vueltas a la manzana, en mi corazón todos mis yoes hacían fila para morir.
Cuando regrese, estaba parada debajo de la lámpara de la cocina, con la mochila en su espalda cargada con sus pertenencias y el barbijo puesto.
Me quite el mío, la bese sobre la capa de algodón blanco del suyo... y la maté. Un solo golpe de sartén en la sien, que sono como la última campanada del llamado a misa .
Todo lo que se llamaba amor era liviano como el remordimiento, todo envejecio rapido , el mundo se quedo quieto.
Me pusieron las esposas, no puse resistencia, la perra le ladraba a los policías, yo les pedí que le llenen el recipiente de agua que estaba seco . Un policia mas joven que el resto se encargo de hacerlo, resbaló con el charco de sangre, se cayo como un payaso en una pelicula muda, la perra salió corriendo a esconderse debajo de la mesa, los otros policías se rieron con culpa detrás de sus barbijos.
Me llevaron hasta el patrullero, sin que yo ponga resistencia, antes de dejar el departamento gire para mirarla por última vez, ella parecía más libre que la noche anterior.

Monday, May 4, 2020

La rata.

Despierta la rata después de la tormenta y se relame empapada las patas delanteras. Quedó atrás el sueño de ser una diva, la madre de tetas duras que fotografía a su hijo uniformado frente a la escuela católica el primer día de clases, la reina de la pista de baile, drogada como un psicótico en una habitación de paredes acolchonadas, chica fácil que a todos regala su pública intimidad por unos cuantos billetes virtuales que viajan de banco en banco, que llegan a la caja registradora de la adolescente inmigrante explotada por cuatro chinos que también escaparon de una ciudad superpoblada del otro lado del mundo.
La rata abre los ojos y observa la calle desde la alcantarilla, fue un chico rudo que le daba cachetazos a su pobre novia anoréxica, el hombre de pantalones cortos y medias de algodón blancas que se masturba pensando en adolescentes de faldas cortas subiendo las escaleras mecánicas de un shopping,  el padre de familia que a la hora del almuerzo se entrega al sexo caliente de un travesti barato en un hotel alojamiento, el amo del deporte, el número diez en la espalda, el chico bueno que siempre huele bien.
La rata esta alerta, todo eso fue un sueño, ahora dejo de llover, es hora de perderse en el basural.

Friday, May 1, 2020

Los infectados.

Voy a ser tu verdugo,
tu papi, dueño y presidente.
Y cuando caigas del cielo,
desde un estúpido sueño
voy a juntar tus pedazos,
y te voy a armar de nuevo.
Serás mi princesa rota,
y en un trono con ruedas,
por la ciudad rendida te llevaré a pasear.
Con tres girasoles de cuellos largos,
diez osos y una jirafa
vencida te dormiras,
entre mis brazos de rey psicópata,
en una siesta apocalíptica,
para soñar,
con pesadillas en colores
donde la gente vive en libertad.
Y con un latigo de siete colas como los días de las semana,
te enseñaré,
las tres o cuatro reglas
en este juego del mal versus el bien.
Te irás callada,
como el  frío pasillo de un hospital,
y ni siquiera la escafandra te quitarás para el beso del final.
Cuando te tragues la última cena,
como un traidor me has de llorar,
contando las monedas de tu miseria,
llevándote el último trozo de pan.
Desde mi absurda trinchera imaginaria
le dictare a mi sombra un decreto,
que ella misma tendrá que respetar:
la próxima vez que te caigas,
no te voy a levantar,
y aunque los ojos te sangren de lágrimas,
no te iré a arrullar,
los cerdos comerán el último fruto que para ti guardaba
la poesía sólo será un cúmulo de palabras,
y la muerte se parecerá a este final.