Wednesday, May 10, 2023

Cecilia


Alétheia (del griego antiguo: αλήθεια [alētheia] 'verdad') es el concepto filosófico que se refiere a la sinceridad de los hechos y la realidad. Literalmente la palabra significa 'aquello que no está oculto, aquello que es evidente', lo que 'es verdadero'.

Anoche soñé con Cecilia, años después de su muerte, justo cuando la marea del olvido había arrastrado su nombre hasta un lugar donde mi memoria ya no hacía pie.

En el sueño la visitaba a un hospital psiquiátrico, era de noche y ella estaba en la terraza de un gran edificio, sentada en una silla de plástico fumando sus Camels. La terraza era protegida por unas rejas de seguridad de gran altura, contenían al cielo nocturno como en una red, y algunas pocas estrellas parecían peces que se asomaban en un mar quieto y negro.

Me veía llegar y se levantaba la remera, no tenía corpiño, el hueco entre sus pechos y el aura de mujer que proyectaba desde su vientre me invocaban. Sonreía como en esas mañanas de ansiolíticos, tostadas y café instantáneo con leche que le preparaba en el microondas. Estaba en paz, una paz química, pero paz al fin.

Con dos dedos tapaba sus diminutos pezones y sonreía. Nadie nos miraba, los demás internos eran extras que simulaban estar teniendo conversaciones mudas, su piel era un país, y cuando me abrazó Dios vómito océanos, caballos y planetas enteros, que caían desde la oscuridad , hacia la nada misma en una catarata dorada .

Le bajaba la remera y ella se la volvía a subir diciéndome que tenía calor, sentí que todos ya la conocían, que todos ya habían probado su cuerpo, la textura de sus labios, la temperatura del agujero de su culo, el sabor de su sexo. 

Tenía la mirada serena y medicada, el pelo negro, largo y lacio que caía como un pesado telón sobre su nuca donde se escondían los aromas de una selva en la que me extraviaba, y era secuestrado por tribus caníbales que me cocinaban lentamente, para devorarme de a bocados . Y en cada mordida había una lágrima caliente, acompañada de una sonrisa eléctrica y una patada en la sien.

Me desperté sin sueño, con el alma empalagada de una miel amarga . La mire por última vez antes de volver a este lado de la consciencia, a la cama, la mesa de luz y el despertador programado para sonar dentro de dos horas, cuando tenga que ir a despertar a Juana para llevarla a la escuela, durmiendo con otra mujer al lado mío, una extraña está noche, una vagabunda que duerme sobre la caja vacía de un lavarropas con la boca entreabierta. La habitación es una pesadilla, los números digitales del reloj despertador son cuchillas que desgarran la ilusión de volver a tenerla frente a mi aunque sea unos segundos eternos.

La mire por última vez , justo cuando me di cuenta que estaba soñando, ella tenía los ojos cargados de lágrimas y arrepentimiento. Se saco la remera y camino perdiéndose entre la multitud de enfermos mentales sin volver a girar para despedirse. Llevaba tatuada en la espalda la palabra Aletheia, y de a poco se iba quedando desnuda como la verdad, que siempre está desnuda .

Cecilia.


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