Ya no recuerda
ni cuando,
ni a cuanto vendió su dignidad.
Con el cable de un extensor de luz,
cuelga de la rama del árbol
como una fruta absurda,
un adorno decorando el pasado.
Ella pensaba que el mundo era otra cosa,
la deliciosa manzana de Adan, envuelta en un papel azul encerado.
y que la alquimia del fuego del amor
era la misma
con la que se fabrican
las monedas .
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