Graciela del segundo C tiene cáncer. De mama.
Graciela me hablo en la ultima reunión de consorcio, somos amigos de reunión de consorcio, hall y ascensor, a veces de los chinos.
Nos hacemos chistes y ella es graciosa, lleva un pañuelo de Peanuts, la tira cómica de Snoopy. Le falta el pelo y las cejas, esos ojos azul eléctrico y su boca de modelo de los setentas, más hermosa aún se ve que en tiempos en que no estaba enferma. Una fruta asiática, una flor de la selva Formoseña. Su sonrisa de chica judía, esa boca de Amy Winehouse, esos dientes grandes. Me siento atraído por ella, por su piel amarillenta y sus ojeras.
Graciela se muerde la boca, y aunque no somos amigos de verdad, me pide de hablar a solas. Quiere cenar en el segundo C, tomar un vino, charlar, si da, y si no estamos cansados vemos algo en la tele, y le dije que sí y me dijo a las nueve, y sentí un cosquilleo en los huevos, porque hizo la mímica del número nueve con su boca sin emitir sonido.
Graciela cocino arroz con pollo de verdad, de los que hacían las abuelas, la olla bien llena y burbujeante. Me sirvió un plato enorme, ella apenas comió, le dio unos mordiscos a una galleta de arroz , la charla fue súper amena, desconocía su habilidad para contar chistes, eran como mamushkas, sumas de remates que al encastrarse le daban un nuevo valor al remate anterior, hasta llegar a un remate final que cerraba perfecto con el primer remate. En fin, su carcajada final, su boca un poco reseca y perfecta .
Quisiera ser pintor para pintar una acuarela de tu boca, le dije con una espontaneidad fingida pero real.
Era una frase absurda, sacada de telenovela de la hora de la siesta . Ella mordió una ciruela y dijo :
- Yo necesito un oncólogo ahora,champ.
Fue la primera vez que me dijo champ, tuve una erección inmediata. Y temblé.
( continuara )
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