Por Diego Julio.
Soy lo que habita
en la sombra , de los pliegues,
del deseo.
Como un perro que entiende la muerte
pero no el abandono,
rastreo tus huesos.
Ladro al vacío,
esperando que en la lejanía
un llanto legüero me guíe.
Volve con un puñado de mariposas
y esa sonrisa que tenias al despertar,
cuando besaba tus hombros desnudos
mientras amanecía en Alaska.
Volve generosa como el mar,
a la tierra del fuego
al país de los besos,
dónde los ciegos sonríen al verte llegar.
Que voy a estar esperándote
en la avenida de los fracasos
con todos los sueños rotos,
y una copa vacía para brindar .