Saturday, March 16, 2024

La revolución de la alegría

 La almacenera vende pretzels importados y de vez en cuando los compro, me siento en la puerta de calle sobre Estado de Israel a comerlos con una lata fría de coca cola y la compañía de mi perra, miramos el tránsito y nos dejamos acariciar por el viento que trae el tráfico, la brisa que empujan los autos que vienen por avenida Córdoba al abrirse en la esquina de Gascón se cuela con la fuerza de un mar  que llegando a Corrientes se debilita. 

Mientras masticaba tuve un flashback.

Cuando me separe de mi esposa ambos viajamos desde Amsterdam a los Estados Unidos haciendo escala en Washington DC, compartimos el mismo avión, pero una vez que aterrizamos ella seguía camino a Los Ángeles y yo a Portland, Oregon, donde iba a estar un tiempo para renovar  mi residencia ( yo me había  prometido volver a Amsterdam después de unos meses de sobrevivir vendiendo empanadas y trabajando de extra en películas, lo hice, perdiendo mi residencia estadounidense ).

Caminabamos un largo pasillo arrastrando nuestro equipaje de mano y en ese andar de interminables alfombras verdes me detuve a comprar pretzels.

Cuando llegamos a la primer intersección teníamos q tomar diferentes alas del aeropuerto para abordar los próximos aviones, uno iba para la derecha y el otro para la izquierda . Nos quedamos mirando unos segundos mientras yo masticaba los pretzels, la abrace y trate de besarla, ella me dio vuelta la cara, le pregunte porqué, un último beso le dije. Ella me respondió que le daba asco que tenía la boca llena de pretzels. 

Sacudí mi cabeza. Metí la mano en la bolsa y me volví a llenar la boca. 

Le guiñe un ojo, me di vuelta, arrastre mi valija, seguí camino, este, que me trajo a este escalón donde estoy sentado mientras la perra mira los autos pasar y yo trago otro montón de pretzels mientras espero que llegue la revolución de la alegría .

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