Lucía habia sido una unidad biológica programable ejemplar. Algo quedaba de su belleza, algun rastro artificial de magia, como el reflejo del atardecer en los ventanales espejados de un rascacielos.
Supo de niña que era diferente al resto, no solo de sus compañeros y compañeras de escuela, sino tambien de los adultos. Habia algo en su mirada, en su voz, en la forma de manipular las cosas, de decirlas.
Los alienígenas lo sabían, su energía era un manjar, fue creciendo, y al entrar en la adolescencia se volvió tan única, que hasta su padre la deseaba. Ellos eran una simbiosis inconsciente, un día él le pidió el divorcio a su madre y se fue a vivir al sur del país con la excusa de haberse enamorado de otra mujer. Mentira a medias, porque Lucía a pesar de ser adolescente tenía un cuerpo y una forma de moverse que iba dejando una estela dorada en el camino. Esto tambien lo sabían los extraterrestres que se disputaban su dulce néctar energético (en la granja humana, su hipotálamo era la manzana más deseada )Lucía empezó a notar el deseo en la mirada de los demas y empezó a vestirse con ropa holgada, buzos con capucha tres talles mas grande, donde escondía su rostro, sus tetas y su culo perfecto.
Como unidad biológica programable era atípica, no se había tragado el cuento de ninguna religión, no tenía ídolos, no usaba redes sociales y aunque apenas leía, su inteligencia era superior al resto.
Cada tanto recibía un llamado de su padre, quien habia logrado calmar el deseo morboso que sentía por su propia hija cuando contrajo matrimonio con una mujer veinte años menor que él, y que tambien se llamaba Lucía.
Todos pensaban que era solamente una absurda casualidad, una ironía del destino.
Los problemas se desataron cuando Lucía notó algo extraño en sus brazos, debajo de la piel, pequeñas protuberancias casi imperceptibles, que empezo a extraerse , por ejemplo : filamentos de color rojo y negro. Ella supo inmediatamente que no era ansiedad ni depresión lo que la llevaba a rascarse la piel con insistencia hasta lastimarse, sino que aquello que reptaba bajo su piel era tecnología extraterrestre. Logro ocultarlo del mundo hasta que que la picazón y el ardor se mudo a su rostro, donde con una pinza de depilar se abría las microheridas que ella misma se generaba y extrayendo diminutos objetos sintéticos de color oscuro. Su madre se preocupó y decidió llevarla a terapia donde le diagnosticaron Morgellons y trastorno limite de personalidad, la medicaron, y la mandaron de vacaciones un tiempo a una clínica psiquiátrica de esas donde internan a las celebridades.
Durante su estadía que fue breve pero inolvidable para el personal médico, especialmente masculino, Lucía confesó que habia sido captada por aliens quienes habian introducido un "motor en miniatura " en su clítoris. Los enfermeros, médicos, personal de limpieza, pacientes e incluso la directora del departamento psiquiátrico fueron caramelos a la hora de la siesta para Lucía. La vibración intermitente en su entrepierna impulsaba a frotarse hasta la irritación y el sangrado, tuvo una crisis nerviosa al enterarse que estaba embarazada de no se sabe quien y se corto las venas superficialmente, ese fue su pasaje de vuelta al otro lado del muro de la clínica.
Se instalo en casa de su madre y en seis meses aumento veinte kilos, casi no salia de su habitación, ojerosa, medicada y dándose baños de inmersión, disolviendo pequeñas cantidades de boro en agua caliente logro deshacerse de la nanotecnología que llevaba bajo la piel.
Se anotó en una escuela de locución, porque su madre siempre le dijo que tenía buena voz, pero nunca se recibió, en cambio quedó embarazada de un profesor y decidió abortar.
Después se enamoro de uno de esos tipos que le pegan a las mujeres porque en realidad le gustan los hombres, hijos también de homosexuales reprimidos y hasta posiblemente nietos .
Un infeliz que logro lo que ninguna inteligencia artificial había logrado con la pobre de Lucía, agotarla, vaciarla de magia, imaginen a Marilyn Monroe atendiendo mesas en un bar, a Frida Kahlo con una canasta de mimbre vendiendo empanadas a la salida de una estación de tren .
Las unidades biológicas programables, se vuelven carnada que se lleva la corriente, después no queda más que un ovillo de pesadillas para tejerle escarpines a la miseria y mortajas a los sueños.
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