Me senté en una silla junto a la cama a observarlos, como un escultor a sus modelos , un fantasma contemplando lo absurdo de estar vivo . Hacía frío en la habitación. Ámbar sentada en el suelo junto a la estufa, ojeaba el diario del día anterior, llevaba solamente la parte de abajo de una bikini celeste y la piel de gallina le cubría los brazos. Me gustaba el lunar que tenía sobre la comisura de sus labios, y sus ojos azules irritados por el polen que había traído el viento de la primavera. Su mejor amiga se enroscaba entre las piernas de Diego, su esposo, y ella cada tanto levantaba la mirada del diario para mirar en silencio la escena. Yo quería acercarme a preguntarle al oído como se sentía, sobre la cama ellos ignoraban a la muerte al menos por un rato, pero no lo hice. Era más estimulante mirar a sus ojos azules irritados sosteniendose en el vacío que dejan las palabras en su ausencia.
Se puso de pie y se unió a ellos, eran tres tratando de ser uno, y a un metro de distancia yo seguía completamente vestido observando todas esas cosas que a simple vista no estaban ahí.
Ámbar y Diego se besaban, ella tenía un tatuaje con el nombre de él cubierto por un moreton de sangre azul en la parte interna de uno de sus muslos. La otra se alejó y haciendo la mímica con sus labios me dijo sin emitir sonido:
- No puedo.
Se acercó hasta mi , dejando a ellos en la cama, desnudos y poseídos por el amanecer que empezaba a filtrarse por las ventanas. Me apoyo una mano en el hombro, y me susurró que se iba. Salió del cuarto y yo me puse de pie, para acostarme junto a ellos, sin quitarme lo que llevaba puesto,ni siquiera las botas. Él estaba sobre ella, penetrandola a cuchillazos ,apoyé mi mano a la altura del corazón de Ámbar, sólo para sentir como su sangre era bombeada al resto del cuerpo, ella hundió su cabeza en mi pecho, restregando su cara contra el calor de mi saco de lana. Deje que mis dedos se deslizen por sus costillas y la besé. El me miró fijo, por unos segundos se quedó inmóvil, sonrió y les dije:
- Si yo fuese un alienígena, me quedaría a vivir en este planeta.
Afuera, el tránsito del Lunes empezaba a escucharse en la avenida, una vez más.