La mujer del otro lado de la vía me beso en la estación,
contra esas vallas de metal y cemento que detienen el paso de los distraídos,
y los pensamientos de los suicidas.
Me beso contra el mundo,
contra el llamado del deseo, contra los trenes que pasaban cargados de gente.
Contra todos los pronósticos.
Con la boca llena de saliva fresca como agua de manantial,
y los ojos encendidos de miedo.
Me agarro del cuello,
de la solapa del saco,
me ahorcó con mi propio pañuelo perfumado,
me pregunto de que planeta venía,
la mujer del otro lado de la vía me besaba
y la gente que pasaba caminando se enamoraba,
y hasta el sol alumbraba más.
Me reí.
Me fui.
Señale hacia arriba, hacia abajo y hacia ambos costados,
le dije que sabía donde encontrarme,
ella también reía mientras el planeta flotaba en medio de la nada.
Y me fui de su lado de la vía,
hasta donde llega mi imaginación.
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