Marfa llora, mira los vídeos de los pueblos italianos encerrados en sus casas por orden gubernamental y llora. Marfa es rusa. Es mi novia, hace dos años que estamos juntos, nos conocimos en la Universidad Nacional de las Artes, en un taller de poesía. Somos poetas, formamos un duo : Los Vampiros del Mar Negro. Anoche fuimos a recitar poesía a un evento nocturno, nos prometimos no besar ni tocar a nadie debido al virus que puso al planeta entero en jaque. Apenas llegamos la gente nos beso y abrazo, Marfa esta en una silla de ruedas porque tiene uno de los huesos de una de sus piernas roto. Ella tiene catorce años menos que yo, es delgada como un junco y de una belleza inusual . Yo la cuido, le cocino, la bajo y subo de las escaleras colgada de mi espalda, y empujo la silla de ruedas a todos lados donde vamos. Los fines de semana solemos pasarlos juntos, desde que tuvo el accidente bajando una escalera me volví su ángel guardián. Marfa es rusa, esta sola, lejos de su familia, de Moscú, y llora mientras en la pantalla de la tv vemos a los italianos cantar desde sus ventanas tristes canciones acompañados de acordeones, panderetas , ollas y utensilios de cocina.
Italia está bajo cuarentena por orden gubernamental y todo indica que aca en Argentina sucedera lo mismo. Los noticieros y las redes sociales muestran al planeta entero vaciando supermercados, aislandose, cerrando aeropuertos y fronteras .
Mi heladera está vacía, tengo la pileta de la cocina rota y lavo los platos en la ducha del monoambiente que alquilo y donde vivo con una perra de la calle que adopte hace seis años atrás, y Marfa, que ante la inminente llegada de la cuarentena decidió instalarse conmigo y dejar su monoambiente en el centro de la ciudad. Todo parece una película de ciencia ficción, cerraron escuelas, universidades, cancelaron espectáculos , competencias deportivas, y hasta los clubes nocturnos permanecen cerrados hasta nuevo aviso. En una semana cumplo cuarenta y cinco años y quizás sea en aislamiento, hace treinta que vengo poniéndole música al fin del mundo y finalmente llego.
Siento una mezcla de excitación y ansiedad por lo que nos deparará el futuro cercano.
Marfa me pide drogas, me dice que quiere tener un hijo conmigo entre lágrimas, mientras los italianos siguen cantando, yo le digo que se quede tranquila, que de eso ya me encargué, si van a cerrar la frontera con Paraguay tenemos suficiente marihuana, y que no llore, que por ahora piense como va a llamar a nuestro hijo, se seca las lágrimas y dice:
- Felipe.
Marfa no consume drogas, y hasta ayer para ella tener un hijo era lo mismo que tener un tumor maligno, el apocalipsis pone a la gente así me imagino.
( continuará )