Tuesday, February 26, 2019

Wednesday, February 6, 2019

El capitalismo salvaje.


10 am

En el banco no dejan usar el telefono celular, y todos estamos sentados en unas sillas de plastico dispuestas en filas. Son de color verde, como el logo del banco, todos clavamos la mirada en unas pantallas que marcan los números de turno, cada vez que un cliente se va, entra otro con un número nuevo y se escucha un sonido, que anuncia el turno de la proxima persona.
Todos estamos atentos a eso,  menos ella, que se muerde el pulgar y le habla en voz baja a otro televisor que esta amurado a la pared, y desde donde transmiten una carrera de nadadores en mar abierto.
La observo un buen rato, tiene mas de veinte años, pero no llega a los veinticinco, sus ojos me recuerdan a otra mujer, me mira fijo, dos segundos.  Bajo la mirada al cheque que tengo que cobrar, estoy en ojotas,  shorts de baño y una camisa hawaiana. Releo la suma de dinero, mientras las maquinas en las cajas cuentan billetes y el sonido anuncia el paso a otro que no soy yo hacia la caja. Un nadador lleva amplia ventaja sobre el resto, los filman desde drones, el sol brilla en el mar. No se donde voy a poner todo ese dinero, no lo habia pensado hasta que tuve el cheque en la mano. Hace calor, afuera unos cuarenta grados de termica, adentro del banco, el aire acondicionado más la quietud de todos los que esperamos ser atendidos, le dan al lugar la paz de un templo, de una tumba egipcia.
Ella no deja de morderse el pulgar, su remera dice en letras grandes WINTER MERMAIDS, supongo que es una banda nueva, pero no puedo googlearlo, no dejan usar telefonos celulares en el banco. Ella me vuelve a mirar, son ojos que me miraron alguna vez, son la presencia viva de una ausencia. Se me estruja el pecho como una botella de plastico en el incinerador.
C18, su número, le señaló la pantalla, ella la mira, se levanta y no dice ni gracias, tengo ganas de llorar.
No puedo comprar nada asi de real con todo ese dinero, que meto como puedo en los shorts y en los bolsillos de la camisa, el cajero me mira con desprecio, me  ofrece una bolsa plástica, y le digo que no. Endoso el cheque con las manos transpiradas, el tipo me dice que la proxima haga otro documento de identidad, el mio esta hecho trizas, agarrado con cinta adhesiva en algunas partes.  Le respondo que estoy a dieta, quiero salir flaco en la foto, es cierto que estoy pasado de peso, es cierto que apenas me decida a hacer una vida mas sana haré un documento nuevo. Por un momento afloja el rictus de su boca y se despide con una sonrisa llamandome por el apellido del personaje que interpreto en tv : Marconni, le doy un beso al ultimo fajo de billetes y le guiño un ojo.
El dinero me pertenece, lo primero que voy a comprar es pochoclo dulce , estoy tentado, y un par de ojotas nuevas, las que llevo se desarman cada vez que bajo algun escalón. Los nadadores estan llegando a  la costa, un reportero que no sabe inglés entrevista al ganador, le falta el aire, es italiano, pero habla en inglés.
Salgo a la calle caminando lentamente, tratando de no perder los fajos que llevo sujetados con el elastico del short, paro un taxi, hace demasiado calor, y la ciudad parece el infierno.

10 pm

Son las diez de la noche , la televisión está encendida.
Una periodista celebra el amor patológico de un matrimonio que paso junto cincuenta años. Se tiraban con sillas pero se amaban, eran bellos en su juventud y apasionados. El día que a él le dio un acv en los brazos de ella, sus últimas palabras fueron :

- Mi amor, que hermosa sos.

Y nunca más hablo, y nunca más salio de la casa, y nunca más volvieron a hacer el amor. Ninguno de los dos. El amor como una trampa mortal, amar a Dios por sobre todas las demás cosas, el amor romántico, como un desequilibrio emocional, como un antídoto a la soledad, al miedo de ser mortales.

Esta por comenzar el programa de televisión donde interpreto a un ex corredor de autos que trabaja de chofer para una pareja de detectives jóvenes, hermosos y al igual que la pareja de la que hablaba la periodista, se debaten entre la pasión y el odio. Esa es la mierda que vendemos, ademas de promociones de alimentos enlatados, automóviles inteligentes para familias felices, selfies de vacaciones en el Caribe , entre noticias falsas y mandatos sociales.
Dos amores y medio arrasa en rating en prime time, hace seis meses esta en el aire, y ya se negociaron varias versiones en Europa y Sudamerica. Ya se habla de una segunda temporada, y mi vida se volvió una mierda desde entonces. Pero el dinero es bueno, demasiado bueno, y la vida demasiado corta.

Paso la mayor parte del tiempo en casa, salgo solo para ir a los estudios a grabar, no soporto a la gente, no soporto a los actores, es raro encontrar alguno que no tenga algun problema mental notorio. Son unos pajeros en su mayoría, supongo que en las oficinas donde la gente se atora con cafe de filtro y comida de tupperware sucede lo mismo, la gente entre quedarse callada o o hablar, prefiere hablar de Dos amores y medio, debatir acerca de la poligamia que practican los dos personajes principales, que al igual que en la vida real representan a dos psicópatas en busca de eso que la gente llama amor.
La gente.
La unica persona con la que hablo fuera de mis compañeros de trabajo y el chofer que me lleva todos los dias hasta los estudios a trabajar, es mi vecina, una chica rusa que trabaja en una agencia de ventas de motocicletas y estudia letras. Su nombre es Glasha, tiene los ojos verdes como un pantano luego de una tormenta y un infima cicatriz en el pómulo derecho que destruye toda su belleza y la renueva cada vez que sonrie ( un perro la mordio en su infancia)  todavia no cumplió treinta años, y a pesar de ser una mujer, la rodea un aura de niña con la que a ella le encanta jugar. Es flaca, desgarbada, exótica y siempre anda con faldas largas, que combina con diferentes collares que lleva apretados contra la carne de su cuello.
Habla español con un acento que la vuelve unica, confunde las palabras y me apodo Nesti, que significa oso en ruso, tenemos un amor de padre e hija que por momentos roza lo incestuoso. Glasha invita amigas a cenar, me pide que vaya y lleve un vino, ninguna de ellas ve la novela asi que nadie me pregunta ni cuanto gano, ni como es tal , ni si en la televisión cojen todos con todos.
Despues del postre Glasha me pide que la imite, cuando estamos a solas yo simulo hablar en el español con acento ruso que tiene ella, y todas ríen, parecen pájaros, no entiendo lo que dicen entre ellas, beben vodka y cantan canciones de Gilda, la cantante de musica tropical . Cantan a viva voz sus canciones y se supone que debo festejar tal hazaña, cuatro moscovitas ebrias, cantando cumbias romanticas en un español quebrado, y sí, me pongo de pie y las aplaudo sinceramente.
Raquel ronda los cincuenta años, es la mas grande del grupo, tiene dos pechos enormes, grandes como la cabeza de un niño de seis años, no me quitó los ojos de encima en toda la noche, debe medir un metro ochenta, es odontologa y esta divorciada, Katja trabaja para la embajada de Rusia como traductora, tiene la mirada de un perro siberiano y es la mas tranquila de las tres invitadas, por ultimo Olga, que dice ser modelo profesional, madre., y es la unica de las tres que parece el cliché de la actriz porno de europa del este, exceso de maquillaje, siliconas, jeans apretados, aro en el ombligo, no dejó de mascar chicle en toda la noche y de tocar mi mano al pasar  cada vez que me hacía algun comentario. Eso a Glasha no le gustaba, se quedaba callada mirandola cada vez que lo hacía, en un momento dado mientras ellas cantaban el himno ruso, Olga me agarro la mano y la llevo a mi pecho. Glasha se quedo callada, se puso de pie como un soldado y empezo a cantar a los.gritos, todos hicimos silencio, hasta que canto la estrofa final con las venas del cuello hinchadas, agarro la botella de vodka, le dio una patada a la mesa haciendo que los vasos y platos sucios revienten contra el suelo y se fue llorando a su cuarto.
Las rusas se quedaron petrificadas, un poco de vodka se metio en unos de mis ojos dejandome momentaneamente tuerto. Las rusas levantaron las cosas del suelo mientras yo me enjuagaba en la pileta de la cocina, se pusieron los abrigos y me pidieron que les baje a abrir, Glasha seguía encerrada en su cuarto. Se despidieron de mi amablemente, dandome abrazos demasiado cariñosos, supongo que producto de la borrachera, yo por mi parte quede angustiado por la micro escena de violencia que acababa de atestiguar, ellas no estaban demasiado impresionadas. Mientras las veía  subirse a un taxi pensaba en Glasha, en que esa escena de celos había disparado en mi una dosis de adrenalina, que contrariamente a encender una alarma, me tenía completamente excitado.
Volvi a su departamento a dejar las llaves, ella salió del baño solamente vistiendo una remera gris  y una  bombacha rosa con una imagen gastada de Minnie Mouse, tenía los ojos hinchados de llorar y me miraba fijo, como un cachorro triste desde la vidriera de una veterinaria. La abracé, y senti sus tetas diminutas y cada uno de sus huesos cabieron en mí, como las palabras caben dentro de una canción. Empezo a refregar su pelvis contra la mía, pidiendome perdon y agradeciendome por ser tan bueno con ella, mientras me besaba los labios y acariciaba la bragueta de mi pantalón.  Se arrodilló y puso su cabeza contra mis caderas, volvio a mirarme pero esta vez sonreía, tomo una de mis manos y se la llevo a la boca tratando de meter cuantos dedos quepan en ella.  Después se dio un cachetazo con ella, la beso y me dijo:

-  Perdón papi,  soy tontita. ¿ me queres pegar? Tengo que aprender a ser buena.

A veces pienso que Glasha tiene alguna enfermedad del espectro autista, su voz robótica, su extrema inteligencia mezclada con su falta  absoluta de empatía, en fin, su particular forma de ser.
La alzo como si fuese una muñeca y la llevo en mis brazos hasta su cama,  ella suspira, esta excitada, yo también, pero estoy un poco ebrio, otro poco en shock.  Se levanta la remera y me muestra sus tetas diminutas, se apreta los pezones y se muerde los labios, la miro retorcerse mientras se frota con ambos muslos  .  Trato de pensar en frío, pero una topadora manejada por un ciego avanza sobre mis pensamientos transformando  las palabras en puro impulso, respiro hondo.

- Glasha, cada acción se completa cuando vemos lo que produce, sea lo que sea.

Volvi a tomar aire, salí del cuarto y del departamento, mientras me iba ella  gritaba con su voz de robot que era un hijo de puta, un machista psicótico.

- Sea lo que sea, murmure mientras cerraba la puerta del ascensor.