" no nos conociamos antes de nacer, y no nos conoceremos despues de muertos"
A Cecilia la conocí una noche entrada la primavera, ese mismo día
estuve en un entierro en el Cementerio de Chacarita, había muerto Doña María,
la abuela del Rufas, un amigo que se crio conmigo en las calles de La Siberia.
Su abuela había llegado desde
Italia en un barco llamado reina Sofía, me vio nacer, y a mí me tocó verla
morir.
Pasamos toda la mañana del día anterior con El Rufas sentados en la
confitería del hospital. Según el médico, un tipo creíble que nos miraba a los
ojos como si nos conociera, Doña María se iba apagando de a poco, y nosotros
esperábamos la muerte tomando café con leche y leyendo el diario. El Rufas no lo podía creer, cada tanto
respiraba profundo y me miraba fijo , moviendo la cabeza de un lado hacia el
otro como el engranaje de un reloj antiguo, negándole el adiós y al mismo
tiempo aceptándolo con un NO.
Esa noche tenía la esperanza de ver a Gloria, tocaba uno de los
miembros originales de Joy Division,
el ex bajista de New Order, Peter Hook. El recital era en un lugar chico y había comprado la entrada
hacia un mes. Antes, lo deje al
Rufas en su casa, y si bien el que manejaba era el , en la autopista sentí que yo era el conductor. Mis
comentarios para llenar todo el ruido a dolor que había en ese auto, lo
mantenían con la mirada fija en la línea blanca que divide el asfalto. A media
tarde El Rufas subió a la habitación y a su abuela ya la habían cubierto con una sábana como ella lo había
pedido, que nadie la viese muerta.
Hay gente que no soporta que los demás contemplen su cadáver, y
previenen el suceso sin miedo ni vergüenza , uno nunca sabe cómo va a morir, ni
en que situación lo encontrara la
muerte. No sé si será piedad lo de ocultar el cadáver propio a la vista de los
seres queridos, pura paquetería, o el ultimo adiós del Ego.
Quedamos en encontrarnos en la casa funeraria pasada la medianoche, lo
abrace y me fui, antes me dijo al oído llorando como un nene:
-
Tengo el frezeer lleno de ravioles que la nona me
fue haciendo desde que empezó a empeorar… el próximo Domingo te espero.
Me hizo llorar a mí. Nos quedamos abrazados en la puerta del almacén de
Doña María, se escuchaba el murmullo de las heladeras detrás de la persiana
baja. Había algo que antes no estaba ahí,
la ausencia.
La madre del Rufas , un tanque de guerra esa mujer, en su honor encendió
el cartel de neón del negocio y salió a nuestro encuentro, quedamos iluminados
los tres por la luz rosa que bajaba desde las letras de neón que formaban ALMACEN
LA REINA SOFIA.
Antes de salir al concierto cargue un envase vacío de enjuague
bucal con absenta y lo guarde en
el bolsillo interno de mi campera. Cuando llegue al lugar pedí una botella de
agua mineral sin gas , un vaso cargado de hielo, y prepare la primera dosis. La
primera de seis, yo había perdido 10 kilos en un mes, me veía más joven , con la tristeza había perdido el
apetito, pero no la sed.
Nos imagine bailando juntos Blue Monday, tuve la esperanza de encontrar
a Gloria entre toda esa gente, no la busque, lo libre al azar, pero la suerte
nunca estuvo de nuestro lado. Nos cruzamos cinco semanas después en un
colectivo, y esa es otra historia.
Cuando salí del recital, Cecilia estaba pintándose los labios en el
espejo retrovisor de un auto. Su pelo azabache cortado a lo Cleopatra brillaba sobre su piel blanca, un
cuerpo robusto pero firme como el de las mujeres de la década del 50, vestida
con pantalón y campera de cuero , todo en ella era intenso ,confuso y de color
negro.
Nadie se le acercaba, la
gente parecía ignorarla, algo que para mí resultaba imposible.
-
Sos divina… Dije con seguridad y sin sonar lascivo.
Ella giro sobre sí misma , guardo el lápiz labial en el bolsillo
delantero de su campera, puso sus manos en mis hombros, yo la tome de los
antebrazos y sonrió.
-
Si? Pregunto, y sentí miedo.
-
Si, respondí sin demostrarlo.
-
Como tengo los labios?
-
Divinos.
-
Soy
divina y mis labios son divinos,
dijo sin quitarme las manos de mis hombros, ni yo las mías de sus antebrazos.
-
Sí.
La bese sin dudarlo, fue la
primera vez que bese a una mujer tan rápidamente, sin vueltas, sin seducción,
sin mentiras. Todo lo que había dicho hasta ese momento era real e inevitable.
Irme a mi casa con la imagen de esa mujer toda vestida de cuero , y no haberle
dicho nada , era algo que iba a quedar dando vueltas en mi cabeza durante días,
semanas, posiblemente meses.
Mi atrevimiento iba de la
mano del absenta, al contrario de lo que la mayoría de la gente piensa, si se
lo bebe con moderación tiene un efecto mágico, un estado de embriaguez lucido,
la mente esta despierta, pero como en un sueño.
Por otro lado , es un fantástico afrodisiaco, algo que descubrí
con el correr de la noche. . Ella dio vuelta su cara y mis labios quedaron pegados en su mejilla.
Se quedó quieta y me dijo
que yo olía como un ropero abandonado en una casa de playa. Pregunte si eso era
bueno o malo. Ella respondió que no era bueno ni malo, tiro su cabeza hacia atrás
, me miro fijo y me beso en la boca. Hundió su lengua y mordió mis labios, dejando
restos de lápiz labial en mí.
- Pareces el payaso triste de un
circo muerto, dijo . Pare un taxi.
La lleve a la destilería de
Todos Santos con la promesa de beber absenta, ella comento que mi boca olía a anís
, y esa fue la excusa perfecta. Durante todo el viaje nos besamos , mirándonos
cada tanto a los ojos sin bajarnos la mirada.
Al llegar , se movió por el
lugar como si ya hubiese estado ahí,
abrió una de las botellas, le dio un buen trago y tosió, sintió vergüenza, le dije que así no se hacía.
Se sentó en una banqueta de esas que hay en los bares junto a la barra , abrió
sus piernas acariciándose los muslos y pregunto cómo se hacía.
Me baje los pantalones, tenía
una erección firme y casi desesperada, ella hizo lo mismo, se quitó solo uno de
sus zapatos de taco y ahí quedo sentada con su concha totalmente afeitada. Se
lamio tres dedos y acaricio su entrepierna sin dejar de mirarme fijo a los
ojos. No era demasiado difícil leer mis pensamientos, pero de la forma en que me miraba, parecía que eso era
lo que intentaba hacer.
Me acerque y volví a
besarla, ella agarro mi pija como si le perteneciera, como si fuese de ella, no
su propiedad , sino parte de su cuerpo. Algo que desde ese día sigo creyendo .
Se la paso por el clítoris, bajo su mirada y dejo caer un espeso hilo de baba
sobre mi glande, volvió a mirarme. Cada vez que lo hacía era más excitante que
la vez anterior, no era una mirada cursi, era un encuentro. Se la acomodo y de
un empujón suave la penetre.
Durante unos buenos
veinticinco minutos me moví lentamente, como si el movimiento gravitacional del
planeta me moviese, y yo hiciera lo imposible por quedarme quieto. Nunca
dejamos de mirarnos a los ojos, se hizo un silencio perfecto, absoluto.
Di un salto hacia atrás y
ella maulló como una gata que se
encandila con la luna, sus labios apretados y sus ojos a media asta hacían que
la leche me brote sin siquiera tocarme. Me lleve las manos a las sienes , alce
mi cabeza buscando aire, el ventilador de techo giraba más lento que nunca y
dije:
-
Te das cuenta lo afortunados que somos de haber
vivido este momento?
Quizá eso si fue cursi, e innecesario, pero tenía que compartirlo, ella dijo algo que hizo cambiar toda la perspectiva que yo tenía hasta ese momento de esa mujer niña.
-
Yo soy más afortunada.
- Porque ? pregunte confundido y desafiándola.
-
Porque a mí me tocó vivirlo catorce años antes.
Tarde unos segundos que fueron eternos en entender que
trataba de decirme. Cuando comprendí sus palabras, la ame.