Mi abuela era una mujer mala,
sentada a una mesa de plastico con su cadera rota
escuchaba una radio de color verde el dia entero.
Nadie le hablaba.
Ella vivia en la casa de atras,
nos separaba una medianera de dos metros
pintada a la cal.
nos separaba una medianera de dos metros
pintada a la cal.
Mi abuela contemplaba al mundo desde esa cocina,
un mundo radial.
El unico testigo de sus horas era un termotanque inutil , quemado.
En cada arruga de su cara habitaba la sombra de un mounstro,
y en sus ojos que no habian visto nada
un silencio ensordecedor.
y en sus ojos que no habian visto nada
un silencio ensordecedor.
Una tarde de enero resbalo,
yo lo escuche
no habia nadie en la casa.
Estaba recostado en una reposera bajo el sol en el patio que daba a la medianera,
senti el golpe seco de la carne contra las baldosas y un llanto de bebe
de gato
de elefante
de elefante
el aullido de la sirena de una ambulancia.
Me subi al banco de marmol para la espiarla,
recostada de perfil y en camison
le sangraba la boca y tenia la mirada de un pez.
El sol me pegaba en la espalda y me hacia picar,
mis rodillas empezaron a temblar de estar en puntas de pie.
Me sente en la sombra,
las ultimas bocanadas de su aliento viajaron por la rejilla del patio,
y se escucharon desde las canillas de los vecinos.
El calor hacia que todo fuese menos tragico,
fui hasta la heladera a buscar una manzana fria,
me la pase por las mejillas
y segui tomando sol.
y se escucharon desde las canillas de los vecinos.
El calor hacia que todo fuese menos tragico,
fui hasta la heladera a buscar una manzana fria,
me la pase por las mejillas
y segui tomando sol.